A través de sus colores vivos y tradicionales, la muñeca de trapo vino a México a representar no sólo el arte de jugar, sino también el de crear.
Los juguetes en todo el mundo han sido creados para desarrollar el aprendizaje y la formación del ser humano desde la infancia, experimentando e interactuando con objetos diferentes para alcanzar el crecimiento personal. Así es como los primeros juguetes tienen su origen en Roma con las muñecas de marfil, mientras que en Perú se empieza a hablar de las muñecas de trapo como una forma de entretenimiento para la imaginación humana. Gracias a esto, la fabricación de juguetes por las manos del hombre comienza a desarrollar una forma artesanal de hacer juguetes, imitando así objetos reales; sin embargo, con la aparición de las máquinas, los juguetes hechos por el hombre pasan a ser realizados por estos aparatos, se crean nuevas formas de inventar a través de la mercadotecnia, dejando atrás la imaginación humana. Aunque este evento haya traído consecuencias negativas para el trabajo del hombre, en México generó muchas otras cosas positivas, pues actualmente existen personas encargadas de conservar las prácticas artesanales, personas creativas que elaboran juguetes a mano con materiales como tela y trapo. Es así como sigue existiendo la ya tradicional muñeca mexicana: la muñeca de trapo.
Conocida bajo el nombre de ‘María’, la muñeca de trapo representa en México una tradición artesanal desde tiempos prehispánicos (en la región teotihuacana) hasta el siglo XIX, en donde su producción tiene un gran crecimiento en el país, coloreando la existencia de distintas mujeres que le apuestan la vida a "María". Con telas, listones, tamaños, modelos, formas y tejidos la muñeca de trapo es vestida para dar luz a los trajes típicos de las regiones de nuestro país como Michoacán, Chiapas, Oaxaca, Jalisco, Querétaro, entre otras; a pesar de que la manera en que se hacen estas muñecas depende del estilo de estas mujeres, la pasión, el amor y el valor por crearlas es el mismo, son horas las que pasan antes de que el trapo, la aguja y el hilo como herramientas primarias creen forma y vida. Al recurrir a la máquina para crear este ícono artesanal, se pierde el significado real que se ha guardado de generación en generación, pues aunque el estilo de la muñeca de trapo se ha adaptado a los cambios en vestimenta y en peinado para dejar ver a una muñeca “más moderna”, el valor que sigue prevaleciendo es el de las muñecas de trapo como símbolo de la región mexicana. Muchas de las mujeres que han dado todo por seguir conservando estas muñecas en México, lo hacen debido a que no sólo son una fuente de ingreso económico, sino también de valor artesanal, pues el realizar una muñeca de trapo supone una dedicación muy grande.
La forma que adquiere "María" se consigue de manera textil, no tejida, a través de una tela llamada guata, la cual es utilizada para rellenar la muñeca, además con materiales exclusivamente mexicanos, las mujeres pasan horas diseñando cada muñeca según el tamaño y vestimenta que requiera cada una, comprando telas de distintos colores, cortándolas y cosiéndolas a mano, mientras que los vestidos distintivos son hechos a máquina.
No cabe duda de que el cariño hacia la muñeca de trapo en nuestro país es tan grande que hay mexicanas encargadas de que esta tradición prevalezca no sólo en la mente de los consumidores, sino también en sus corazones. Es así que en 2006, Ana Karen Allende, una de las mujeres más influyentes en la conservación de la muñeca de trapo en México, ganó el “Gran Premio de Arte Popular FONART” en la sección de juguetes. Allende, una artesana mexicana con un estilo auténtico, ha apostado por la cultura mexicana desde que era chica al aprender de generación en generación el significado de una verdadera muñeca de trapo y, con esto, del amor que hay detrás de ésta.
La muñeca de trapo en México sigue conservando su esencia, ha prevalecido a lo largo de los años como un juguete lleno de magia y ternura, atrapando la mirada de aquellos que no habitan en nuestro país, pero que se sienten parte de él al ver una muñeca tan colorida y representativa de cada rincón mexicano.
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